sábado, octubre 07, 2006

Carta desde Macondo

Querido:
Hace ya un tiempo que me fui de tu lado, y recuerdo como si fuera ayer tus palabras de adiós perpetuo. Un día creíamos que esto sería para siempre, pero como te dije una vez "nada es para siempre".
El último día que nos vimos te dije que me iría a un sitio jamás visto por ojos humanos, donde el cielo se hiciera uno con la tierra, donde cada día sintieras como si esuvieras en un lugar diferente.
Creí que nunca encontraría aquello, pero mientras recorría los caminos llenos de cemento urbano, una brisa comenzó a guíar mis pasos, haciéndome recordar aquellas veces en que nos dejábamos llevar por el viento.

No se cómo ni cuándo, pero abrí mis ojos y me encontré en mundo rodeado de aromas místicos, calles de piedras y casas de colores. Me sentí circundada de una atmósfera mágica, sintiendo que mis pies estaban sobre nubes.
Al llegar al río, me senté en grandes piedras volcánicas, que a primera vista me sorprendieron. Decansé largas horas, mientras observaba a mi alrededor este paraíso en tierra.
A lo lejos pude notar a una joven mujer, de belleza sobrenatural y a su lado una anciana de unos cien años de edad, apenas notaron que las observaban, ambas me miraron y sonríeron.
De repente me sentí impulsada a escribirte, a darte a conocer lo que estaba viviendo. Decidí sacar una hoja y un lápiz de mi morral y comencé a expresar mis pensamientos, mis emociones y mis tristezas, cuando de un instante a otro a mi alrededor comenzaron a volar bellas mariposas amarillas que me hicieron revivir mis sentimientos hacia ti.
Desde aquel día las mariposas me siguen y es como si nadie más las notara... y tú cada día te haces más presente en mi mente.
Ahora sólo pido que aquellas mariposas te vuelvan a mí, y que podamos disfrutar de este planeta mitificado, que en algún momento pasado soñamos explorar juntos.


Se despide con todo su cariño.
Tu pequeña Remedios.

Constanza A. Bunbury

1Prestidigitador/es:

Letras de... Blogger Ruby.- said...

Por un momento al leer el relato me trasladé al momento en el que leí "A orillas del río Piedra me Senté y Lloré". Es increíble cómo podemos recordar sensaciones.

Cada día que sé algo más de una historia de amor, me suelen venir mariposas en el estómago y me siguen pero parece como si nadie las viera... XD

Chau hermana, amiga, etc.

Cuídate y éxito. Que Dios te bendiga!!

7/10/06 11:03 p. m.  

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