Sarcástica realidad

Es increible cuando todo sale a la perfección, todo gira entorno tuyo y te rinden honores por el sencillo hecho de que existes. No hay mejor alabanza que te consideren el importante; cuando caminas, al pasar todo te sonríen y te hacen gestos, las palmadas en la espalda son por montón.
Te comienzas a sentir importante en este mundo, como si el minuto de fama que habías esperado con ansias por fin ha llegado.. En ese instante, cuando estás al comienzo de tu auge personal, sientes que tu ámbito social debe crecer, empiezas a asistir a reuniones importantes con gente importante, como debe ser digno de alguien como tú.
Ya haz crecido, todo te valoran por lo que eres, no estás para andar en bazofias como lo fue en tu pasado, el que guardaste bajo siete llaves en un baúl enterrado en las profundidades de tus recuerdos.
Como tu fama aumenta, tu autoestima también, todos te ven como un profeta digno de seguir. ¿Recuerdas como te presentabas frente a la sociedad?, ¡¡Por favor!!, ahora el mundo está a tus pies, haces y deshaces con él como quieres.
Empiezas a olvidar los compromisos que tenías con tus antiguas amistades, es ya no son de tu clase, debes buscar gente a tu altura, el cual cualquiera no es.
Llegas todas las noches tarde a tu casa, la que ya no sientes sola por la sencilla razón de no pasas horas y horas ahí sin tener nada más que hacer que tus escritos y dibujos para una revista, como lo hacías en un pasdo.
Eres un artista, y como tal necesitas mayor valoración, quieres más... y comienzas a jugar con fuego; decides enfrentarte con personas de gran trayectoría, las cuales alguna vez encerrado en tu cuarto soñabas conocer.
Ellas te dicen que vayas con calma, que los humos a la cabeza se te han subido, pero no haces caso,el humo ya se apoderó de toda tu masa cerebral.
¡Nadie me entiende! ¡Me envidian!- repites una y otra vez; la gente de a poco se comienza a alejar, ya pasaste de moda, llegó alguien en un escalón más alto que tú, y te quitó el sitio en el salón de la gloria.
Te haces el indiferente, sabías que la fama era efimera, comienzas por "una extraña razón" a desear tu antigua vida, pero ¿Acaso no te das cuenta que tu enterraste esa vida? ... ¡Pobre infeliz!... Caístes bajo, te volviste escoria de tu propia avaricia, ¿Dónde quedó aquel hombre de humilde arte?. Como dice el tema Una canción triste : "Un fallo lo tiene cualquiera, cualquiera menos tú", pero te fallaste a ti mismo y eso no te permite levantar, te amputaste tú mismo las piernas que te sostenían en tierra.
Ahora que estás sólo, triste, desechado por todo y todos, miras lo que dejaste atrás por tu egolatría, ¿Penoso no crees? ... Pero así es la vida, un dulce que al morderlo sabe amargo... Una Sarcástica realidad...