martes, agosto 14, 2007

Pasado

Hoy tuve un reencuentro con mi enemigo, el pasado.
Me llamó a eso de las 16 horas, mientras yo me encontraba
Paseando entre las predicciones y deseos ocultos,
Cuando sentí tres timbrazos de mi teléfono y mi alma se apretó con angustia,
por que sabía que algo desagradable me esperaba.
Me saludó con amabilidad, cosa extraña en él
Ya que jamás se ha caracterizado por ser tan cortés conmigo,
Pero quise creer en los milagros y respondí con la misma amabilidad.
Empezó a preguntar que era de mi vida ahora,
Se había enterado por el presente que la suerte estaba de mi parte
Y que la felicidad estaba asomándose con cautela.
No quise responder con detalles
Y simplemente dije “sí”.
Luego de unos minutos, me indicó el lugar de encuentro
Al que acaté sin problemas, era un sitio neutro y no corríamos peligro.
A las 18 horas estábamos frente a frente
Y su mirada me produjo miedo y angustia.
Como era de suponer, todo era parte de su plan,
Entre sus manos tomó la felicidad que ahora tenía
Y la llenó de inseguridades, utilizando mi debilidad de la curiosidad
Haciéndome jugar al investigador de cosas que no debía saber.
Ahora estoy aterrado y horrorizado,
La amada felicidad llamó a mi teléfono
Y la rudeza se apoderó de mi lengua
Respondiendo cortante a las preguntas de mi amada,
La que con dulzura me hablaba sin captar la oscuridad de mi alma,
Por que el pasado me volvió a jugar una mala pasada ...

13 agosto 2007

Constanza bunbury

sábado, agosto 04, 2007

La fábula de la princesa y el bufón

En las tierras entre el más acá y más allá, existía un reino que pocos conocieron... no más que a través de leyendas contadas por antiguos juglares, magos y adivinas. Ahí es donde se desarrolló la historia de una joven de sonrisa melancólica y de un hombre de mirada radiante.
Hija heredera de grandes fortunas y mimos, la llamada princesa de la dulce pena, era una muchacha digna de elogio, adorada por sus padres y aclamada por sus pares, se mostraba -por el día- feliz y conforme con lo que le había tocado vivir , pero cuando el sol caía, la melancolía se apoderaba de su ser. Se paseaba silente en los bosques oscuros oyéndose llorar, mientras entre sollozos aclamaba a la diosa de la tierra que guiara hacia a ella a quien de verdadera felicidad y comprensión la llenará.
Una tarde- como tantas otras tardes- entre los reinos de aquel mundo, estaba merodeando el más conocidos bufón de todos los tiempos. Un hombre, que mucho de lo material no se preocupaba ni primaba, su filosofía era ser pleno y vivir de lleno la vida; amigo de los célebres, era el mejor recomendado, siendo comentado que hasta al ser más triste la pena había quitado.
Aquella tarde -por casualidad- de la princesa oyó hablar, nunca en sus años de viaje había sabido de su existencia , pero algo de ella le causó curiosidad y decidió irle la pena robar.
Al llegar al castillo vio que la tristeza por lo material no iba, aquel sitio era el que cualquier joven de su edad hubiera podido desear.
Caminó por largos pasillos y laberintos, hasta que yacida en el borde de un gran ventanal vio a una adolescente que no superaba los 16; de inmediato el bufón sintió robado su corazón y su alma poseída por la princesa de la dulce pena, la que con lágrimas en los ojos lo miró y hacia sus brazos corrió.
Por primera vez, la princesa se sintió feliz, era el abrazo que hace tantos años había estado esperando, el de aquel bufón que sin saber nada de ella, afecto le otorgó.
Desde entonces- según la leyenda- la princesa felicidad irradió, hasta el final de sus días, y paseando por los bosques oscuros se le puede ver, junto al bufón que la diosa de la tierra aquel día hacia ella guió.

original del día 28 de julio de 2007

Constanza bunbury