lunes, febrero 19, 2007

Elegía II: Muerte

Inmortal presagio del árbol vital;
Pozo sin fondo al final de la ruta
Del humano desgarrado y feliz.

Mano fría que acaricia el rostro asustado;
Caballo negro de galope imponente,
Sugestivo para el hombre exasperado.

Viaje sin retorno a un mundo paralelo,
¿Alguien lo conoce?
No, por que nadie vive para contarlo.

Mito perpetuo desde los inicios de la tierra;
Alivio...
Castigo...
Condena ...
Salvación. Expiración corpórea.

Constanza bunbury.

viernes, febrero 09, 2007

Elegía I: Agonía

Tierra subyacente de pasos agotados
En medio de la neblina sepulcral.
Desidia de la realidad para con el hombre abatido en guerra.

La mano fría se posa en el cabello enmarañado,
Dispuesta a llevarse a aquel cadáver de llanto vivo
A la mazmorra del silencio.

Tierra subyacente de pasos agotados,
Refugio de héroes y mártires
Dignos de lisonjería.

Clarea,
la neblina sepulcral es envuelta por la lumbre del nuevo sol,
la mano fría se vuelve tierna garúa
y el hombre de llanto vivo sonríe a su nuevo nacimiento...


Constanza bunbury.

martes, febrero 06, 2007

Mi ángel de la música

Música del delirio entre mis recuerdos estás; una daga en el alma, la cual no logro despojar.
Vago en busca de la cura para la enfermedad que llevan tus iniciales.
Cada día y cada noche soy cautivo de tus palabras lejanas, tu voz que me conquista con un soplo.
El tiempo me ha obligado a ponerme una máscara frente a ti, para así ocultar mi dulce locura.
Te volviste mis pensamientos, mi patología, mi odio y amor...
¡Mi ángel de la música, vuelve a cantar para mí!
¡Vuelve a mirarme con los ojos de ayer, y recuerda lo idóneo que encontraste dentro de este demente sin nombre!
Entre tientas y tentativas te busco en tus melodías favoritas, pero la cruel vida se ha encargado de borrarme de tu mente, odiándote por olvidarme, pero amándote por llenarme; una bella contradicción que me obliga a desearte una y otra vez.
Oculto en mis pensamientos, mis ojos se vuelven lagunas de lágrimas iracundas, y veo tu imagen frente a la mía sin conseguir odiar tu rostro fino y pálido.
Ángel de la música, detrás de ese espejo que refleja tu alma te conocí, cuando tu etérea voz era aún un cristal en bruto. Desde aquel momento supe que tu canto sería mi aire, tu rostro mi inspiración, tu alma mi refugio y tú mi delirio.
Mi ángel ¡por favor vuelve y canta una vez más para mí!.
Desterremos las heridas y el dolor, volviéndonos uno en tu canto y mi música; detengamos la aguja del reloj y dejemos la realidad detenida en ti...
... Vuelve y canta para mí, antes que la ira se apodere de nosotros y mi corazón se pudra en la mazmorra de tus peores pesadillas.



29/Enero/2007
Constanza Bunbury