sábado, septiembre 30, 2006

Naif



Ingenuidad, alegría, eterna niñez... Naif llamaría a mi utopía, como el mismo arte.

Naif muestra las pinceladas de la infancia, como el dadaísmo los balbuseos de los primeros años.

Un sitio que muestre lo bello que puede ser todo, sin la necesidad de la perfección rebuscada de la adultez.

Alegría eterna, amor por pequeñeses que al pasar los años se dejan atrás.

Naif es uno de los sinonimios de mi utopía perpetua... ese lugar donde la soledad no se vuelve tormentosa, sino, se hace parte de ti como tus extremidades. [cita del escrto "Naufragio]

Constanza A. Bunbury

miércoles, septiembre 27, 2006

No te fíes ...


... De aquellos que llamamos ojos, los que te guían por la senda diaria de la vida mostrándote el mundo que circunda a tu alrededor. Vez cosas bellas y horripilantes, rogando muchas veces cegarte; cerrar los ojos y que el obscuro se apodere de ti...
¿No será que tus ojos te engañan?
Un día caminas por terrenos llanos, bajo un cielo a tu vista ideal, el tibio viento vuela tu cabellera, y de repente, a lo lejos, observas un ave posada en el césped. Sus colores resaltaban en el paisaje; cualquiera que la notara podría llegar a pensar en un ave fénix...
¿No será que tus ojos te engañan?
A paso rápido andas en la urbe, sólo te preocupa llegar a tu trabajo, no observas nada ni a nadie, y el reloj con su tic-tac te indica que vas atrasado. En un instante oyes una conglomeración de gente una calle abajo; por tal grado de escándalo decides ir. Al llegar, notas que todos observan un cuerpo en medio de la calle; comienzas a abrirte paso para saber quién es. Llegas y el asombro te supera, el rostro de tu hijo era aquel que estaba ahí...
¿No será que tus ojos te engañan?

No te fíes, que tus ojos te pueden engañar...


Constanza A. Bunbury

viernes, septiembre 22, 2006

Réquiem por la Música


Un cántico funerario a las palabras que salen del alma, las cuales se diferencias a la de los literatos por que se dejan envolver en melodías. Letras profundas acompañadas de dulces instrumentos y una voz agradable. Quisiera pedir un minuto de silencio por la música y sus creadores, los cuales sacan de su alma lo más intimo para dar sustancias mágicas de curación a los corazones rotos, las cabezas divagantes, y para todo aquel que lo necesite. Por atrás los siguen los escritores y sus manifiestos; prontos a caer en los pozos del materialismo y la modernidad, al igual que la música. Todos aquellos exhumadores de mundos no descubiertos, perecen a causa de todos los que alguna vez los nombraron fuentes de inspiración, tal como Judas traicionó a Cristo. Un funeral fatídico, donde se puede sentir una espesa humedera de silencio, mientras detrás de nosotros se escuchan las carcajeados de triunfo de los ambiciosos, de esos que buscan el camino corto y fácil. Somos pocos los que vivimos este duelo, un duelo sin condolencias, sin ramos de flores ni necrologías; la desvaloración tocó a la puerta de la música, apoderándose de ella, vendiéndola a bajos precios y los viudos y viudas nada podemos hacer, la mano grande se puso sobre nosotros. La modernidad de tornó nuestro enemigo, aquel que enmaraña en contra del arte para así sustentarse; el ejemplo digno de mojigatería. Por último, pido por nosotros mismo, por que no nos dejemos vencer por aquel monstruo de largas extremidades, que se ha consumido a gran parte del mundo... también hemos caído en la mala arte del comercio, pero si valoramos algo, tratemos de mantenerlo vivo... por que el arte es la única representación de belleza plausible y loable. Amén.
Este texto va en contra de la llamada piratería, la cual daña a todos los que intentan hacer reales las utópías, los que nos identifican y transportan a realidades inimaginadas.
En pro de los músicos, escritores y cineastas, los más afectados con todo esto.


Constanza A. Bunbury.

sábado, septiembre 09, 2006

El espíritu del vino

Hace mucho tiempo que quería escribir algo sobre esto, y titularlo igual que el disco de Héroes del silencio: "El espíritu del vino".
El alcohol es uno de los tantos placeres humanos, que en la mayoría de los cosas termina en curdas, y con resultados dolorosos.
Los propios "Héroes" se inspiraron en sus borracheras para escribir el disco, como forma de acabar de una vez, con esas noches y noches de juergas llenas de "espíritu".
Personalmente no tomo- por ende jamás me he emborrachado (lo encuentro idiota)-, y si bebo lo hago por cortesía; pero perfectamente la mitad de un vaso me dura toda una salida y sin ni siquiera beberlo completo- como me pasó anoche- por que no le encuentro gracia alguna consumir algo con mal sabor y para más encima terminar casi botado haciendo el ridículo.
¿Cuál es el gusto de tomar?: El beber en sí, no es malo, por que se puede tomar de un punto de vista de divertimento y cultura culinaria- por algo existe la profesion de catador y se hacen grandes muestras de licores- además en un festiven y/o para acompañar un alimento con vaso de vino es de alta alcurnia. ¿Pero para que llegar al grado de la borrachera?. Hay personas que llegan a ese punto y son conscientes de lo que ocurre, pero no son capaces de controlar su acciones; también están los silenciosos que vomitan; los violentos pegajosos y un sin de tipos de "borrachitos".
¿Y acaso no es mejor- si bebes- consumir y no caer como "trapo"?; ahí se entra a otro punto: La fuerza de voluntad.
Para mí en la vida hay que probar de todo- de eso se trata- para así no caer en la ignorancia ni el engaño, pero para poder hacerlo hay que tener la capacidad de manejarte; saber controlar tus impulsos; no es posible que algo inerte te maneje, y eso es lo que creo que le ocurre a la mayoría de las personas con el alcohol, el cigarro, las drogas y un sin fin de malas artes.
Cuando ya sientas que eres capaz de superar lo inerte y los vicios, tienes la plena libertad de hacer y deshacer como quieras, por que sabes que cuando lo desees, lo dejas.
Puede que esté muy equivocada mi visión, pero tengo la certeza más allá de la duda racional, que más de uno dirá "ésta es una idiota", ¿Y saben por qué?, por que pedirle a un vicioso que reconozca su debilidad, es como pedirle al vino que se convierta en agua...


Constanza A. Bunbury.

miércoles, septiembre 06, 2006

Naufragio



Quisiera naufragar por mundos no descubiertos, donde el cielo se colorea según tu ánimo, mientras el ruido del mar toca melodías dulces y agradables. Sitios irredentos de las penas, el daño, el dolor, el cinismo y la egolatría; donde la soledad no se vuelve tormentosa, sino, se hace parte de ti como tus extremidades.

Quisiera ser errante de las nubes y bosques; volar distancias impensadas y construirme cada día una realidad nueva, pudiendo así borrar todo aquello que daña mi alma. Ser uno, en los mares naufragados por cientos como yo, que buscaban ahogar penas y decubrir felicidades.

Mientras viajara por los siete mares, encontrar el tesoro más valioso para mí: un cofre lleno de fortaleza necesaria para poder olvidar las ofensas.

Aprender las fórmulas mágicas de supervivencia personal, para así no vivir pensando en las conjeturas de daños futuros. Heridas que sanarían con superficialidad como hasta ahora, por que el tiempo no cura nada, el tiempo no es un doctor.

Simplemente guíarme por la cruz del sur; naufragar y perderme en los mares, bajo nubes oscuras, para así volverme un vago recuerdo y que mis recuerdos se volvieran vagos ...

Constanza A. Bunbury.

domingo, septiembre 03, 2006

Cabaret

¡Caballeros!, ¡Bohemios!, ¡Poetas!, ¡Músicos y artistas en general!, sean bienvenidos a este lugar lleno de placeres, excesos y aromas de submundos.
Cuando la noche duerme, nosotros estamos despertando del sueño eterno del día; nuestras cabareteras hacen realidad sus fantasías llenas de colores rojizos y dorados, con danzas místicas, trajes seductores y caminatas de fieras celosas.
Cuando entran aquí, se transportan a una realidad mágica y diversa: gente de sombreros altos, abrigos oscuros, voces graves y agudas que recitan escritos sobre utopías oscuras de hombres lobo y princesas sin castillos.
La música envuelve el ambiente, mientras se pueden oler humederas dulces, amargas, y en la barra solicitas sustancias hipnotizantes que en casos llegan a curdas perpetuas.
Los rayos del sol comienzan a invadir el recinto, nos volvemos a convertir en uno de los tantos rostros monótonos de una ciudad que simula lumbre; en silencio cada persona se va satisfecho de placeres, esperando que la noche caiga una vez más para volver al submundo de las luces...


Por Constanza A. Bunbury.