sábado, octubre 28, 2006

La leyenda de "El As de Copas"

Hombre de sombrero alto y cabellera dispersa, deambula por sitios recónditos buscando inspiración.Su mejor compañera es la llamada guitarra, instrumento de figura femenina, que por medio de sus manos logra sacar melodías de deidad.Marrakech y San Telmo han sido uno de sus refugios del mundo, acogiéndolo como madre protectora, calmando sus rabias y curando sus heridas.Al pasar el tiempo se ha convertido en una leyenda de los errantes y el enemigo de los normales.Underground por naturaleza, ha logrado imitar el sonido de los animales y el viento, y ha aprendido el arte del camuflaje y la rareza justificada.Prestidigitador de los naipes de la vida, se prometió en sus tiempos de mocedad, cambiar el mundo junto a sus letras y su voz... o por lo menos intentarlo.Se le ve viajar con circos por las noches oscuras, bajo la espesa neblina que ofrece el invierno mundano, mientras las cabareteras le ofrecen noches de placer.Muy pocos han tenido la oportunidad de intercambiar palabras con él, pero sus más profundos secretos son el tópico de las charlas vespertinas en los barrios con calles de tierra.Se dice que fue condenado a la hoguera, todo por pensar diferente, apoyar la igualdad y no querer ser uno más de los mortales.Hace ya un tiempo que no se sabe de su paradero. Algunos dicen que se fue ha planetas aún no descubiertos, otros, que se volvió polen reverberado.Polen, planetas, cabaret o circo, siempre será una misterio... el errante de sombrero de copas, voz profunda y guitarra en mano.


Constanza A. Bunbury.

Idiotas Todos

Los idiotas suelen tener la ventaja de no dar explicaciones de sus acciones, ya que se les considera locos y poco estables.
Estas personas se suelen encontrar una entre veinte, y para mi fortuna yo logré conocer a una de ellas.
Su nombre preferiré dejarlo en el anonimato, por un asunto de que si lo ven en la calle, no es necesario saberle el nombre para saber que es un idiota.
Hace un tiempo atrás, me contó que se había enamorado, me alegré bastante por que nunca antes- de los 23 años que lo conozco- escuché pronunciar esas palabras desde su boca.
Todo iba bien hasta que me dijo "ella no sabe quién soy".
¿Alguien se puede enamorar de alguien que no sabe de tu existencia?, hay que ser idiota.
Al comienzo no le tomé mayor importancia, y jamás le tuve fe a que algo fuera a salir de todo eso.
Un día le hice entender que se estaba pasando de la raya; si seguía con esas actitudes patéticamente idiotas (perseguirla, buscarlas, acosarla, etc) iba a terminar mal.
Nos peleamos, y nos nos hablamos durante un mes.

Un día de la salida de mi casa, iba caminando solo, cuando a lo lejos lo diviso. Venía de la mano de una chica, que me hizo recordar a aquella mujer que amaba en silencio.
Amablemente se acercó y me saludó, ella de igual manera lo hizo y nos dejó hablando solos.
- No ves que ser idiota no es malo. Por ser idiota y dejarme llevar por mis emociones encontré a la mujer de mi vida.
Esas fueron las últimas palabras que me dijo antes de irse.
Quedé petrificado.
Desde ese día entendí por que no todos tienen ese don de la idiotez.
Si fuera así, quizás el mundo estaría de cabeza, pero sería perfecto... y hay que ser idiota para creer en la perfección...

Inspirado en la película española "Amor idiota" (2004) del director Ventura Pons.

Constanza A. Bunbury.

viernes, octubre 27, 2006

Quince minutos conmigo misma

Después de haber pasado una semana agobiante, improductiva y obscura, llena de sueños premonitorios- nunca antes notados- e ironías que me hicieron pensar seriamente en ser mercenaria, concluyo con quince minutos de una charla "con yo".
Esta tarde- a eso de las 20:15 horas- luego de haber estado en la popularmente computeca, con el fin de hacer algo productivo por mi vida universitaria [en ese sitio no logro ser fructífera], me acercó donde el tipo encargado de los equipos, con la intención de retirarme de aquel lugar claustrofóbico. Pido mi correspondiente carnet de identificación universitaria, sorprendida de que no me hayan llamado Mafalda, Julieta, Lucy, o cualquier personaje animado; me retiro junto a mi compañera [omitiré nombre].
Caminamos en un tipo silencio... más que silencio diría astenia, agotamiento de viernes lluvioso. Intento cortar el momento, pero ella se ve cansada, harta de las palabras, así que prefiero callar. Nos detenemos en una pseudo esquina sin calle y cada una sigue su rumbo [hasta el próximo encuentro que será -seguramente- por motivos académicos].
Voy rumbo a mi hogar, pero aún en territorios ufronianos. En mi recorrido veo a cuatro guardias que se mantienen de pie, y me pregunto a mí misma - empenzando así la charla- ¿Qué hacen ahí si no hay nadie?.
Sigo caminando, ya acostumbrada a hacerlo sin música como hace unas semanas atrás; la extraña patología en mi oído me ha obligado a dejar uno de mis placeres de lado.
Sacó de uno de mis bolsillos las pocas monedas de diez que me quedan, con la intención de comprarme alguna golosina que disfrutaré en el trayecto universidad-casa.
Prosigo vagando, mientras me comienzo a percatar aquello de los sueños premonitorios; jamás había notado que tenía aquello... sólo lo dejo en "aquello" por que no sé si es un don o una maldición.
Esta semana que ya acababa, comprobé que este último tiempo he tenido varios de esos sueños, inclusive ya tenía claro que la semana iba a ser opaca, desde el sábado.
Luego de reflexionar, llego al negocio en donde reviso mi fuente monetaria, la que no me permite comprarme galletas, así que comienzo a buscar algo que me golosine. Pastillas, chicle, obleas... nada me convence. Cuando toca el turno que me atiendan , pido una oblea chocolatada que visualizo a la distancia, pero mientras la mujer va en la búsqueda, me percato de unos pequeños chocolates - que a pesar de ser lo menos sano posible- no puedo evitar por nada comerlos.
- No... mejor chocolates.
La vendedora pacientemente acepta mi pedido, que además iba con requisito.
- ... Los con rayas arriba, ojalá.
Posterior a la compra, sigo mi ruta. Esta vez empecé a comparar el sabor de los chocolates con rayas horizontales/verticales [depende de la perspectiva de vista] y los con rayas diagonales. De repente se me salió "son mejores los con rayas horizontales" en voz alta, recibiendo una mirada de una persona que pasaba justo a mi lado. Todos esto hasta que se me acaban y amuño el papel que mantengo en mi mano hasta que encuentre un basurero donde botarlo.
En ese momento empiezo a cranear si subiré al blog, el escrito que se mantiene en mi memoria. Encuentro mejor, esta vez, pasar.
La distancia ya se va acortando; al llegar a una esquina lejana a mi hogar, me detengo con intención de cruzar la calle - como si me fuera imposible hacerlo más adelante- y deambular por aquella división/plaza que se encuentra en la avenida. Pasa una micro y cruzo rápidamente evitando que un automóvil me atropelle. De repente me veo nuevamente en el obstáculo vehícular y me digo a mí misma "odio la dependencia material". Eso se me vino a la mente por una conversación que tuve una vez con mi madre, donde yo le decía que prefería mil veces caminar, que andar en micro, auto, bicicleta o cualquier medio de transporte, ya que aquello te obligaba a estar pendiente de algo, en cambio, si caminas, sólo eres responsable de lo que llevas contigo.
Al acercarme a mi aposento familiar, puedo notar que está repleto de autos; dos hileras que abarcan la pequeña avenida, esto por motivo de una espectáculo a realizarse en el teatro.
Atravieso la última calle antes de llegar, y así se va finalizando el recorrido.
Traspaso la reja, me advierto de que hay gente en mi morada, tocó el timbre- ya que me da pereza sacar la llave- y me abre el acceso mi hermana, la cual me saluda y yo le respondo. Tomó la perilla de la puerta y cerrándola, finalizo los quince minutos conmigo misma.


Constanza A. Bunbury.

domingo, octubre 22, 2006

"No volveré a ser joven"

Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
- como los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.
Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
- envejecer, morir, era tan sólo
las dimensiones del teatro.
Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir
es el único argumento de la obra.


Jaime Gil de Biedma

viernes, octubre 20, 2006

Tres personas y una calle vacía, en una noche como cualquier otra

Tres muchachas -de no importa que edad- camimando en una noche de cielo extraño, a veces estrellado y otras nublado; esa nubosidad que provoca una peculiar lumbre nocturna. Conversan de temas que son fastidiosamente necesarios; necesarios por que es parte de la atmósfera, como la lluvia en días de invierno.
Una de ellas siente que lo único que quieres es dormir, dormir hasta no poder hacerlo más. La otra desea con ansias intercambiar palabras con el único ser que a merodeado su mente durante los últimos sesenta días. Y por último, la otra chica siente que está perdiendo uno de sus sentidos más preciados, ¡ah! además de pensar en los "fastidiosamente necesario", mejor dicho, las tres piensan en aquello...
De repente un silencio se apodera del momento; la primera muchacha se apunta a cruzar la calle- siguiéndola la segunda- ve que está todo despejado [refiriéndose obviamente a cero circulación vehicular] y por aquello que llamamos impulso animal, comienza a correr. La que pensaba en aquel ser que merodea su mente hace sesenta días, la empieza a seguir detrás. La tercera muchacha se queda ríendo- no sabe la razón de por que no corre, si en otros casos lo haría- mientras camina calmadamente por la vereda. A ésta última se le viene a la mente la escena de una película, no sabe cual específicamente, o inclusive puede ser una cinta que ha imaginado realizar ella... no logra diferenciar.
El tiempo de correr libremente se hace extrañamente extenso... divertido, pero extenso.
A lo lejos se comienzan a ver pequeñas luces de automóviles, que la tercera chica logra dimensionar - obviamente por que no iba corriendo- así que trata de advertir a sus amigas.
Un joven de mediana edad pasa por al lado de las corredoras, disimula su risa, que obviamente fue notoria.
Se reía, por que cualquier persona masivamente normal se carcajea de algo así.
Las tres jóvenes - de no importa que edad- se ríen igual; las que trotaban guardan la compostura nuevamente, la que recordó un film se pone felizmente melancólica y la pseudo libertad se acaba.
El cielo sigue cambiando su estado, ahora está estrellado con algunas nubes blancas.


Dedicado a la hermandad del opio.

Constanza A. Bunbury.

miércoles, octubre 18, 2006

El Tiempo de las cerezas


Temporada fructífera donde creas canciones y te salen hermosas.
Época de renacimientos y días de dulces aromas.
Nuestro tiempo se ha adelantado, y creo que ha sido para mejor.
Nos hemos convertido en el árbol y el fruto deseosos de días estivales.
Somos la sombra para aquellas parejas de amores jóvenes.
El tiempo de las cerezas, es el tiempo cuando nos conocimos;
cuando tus ojos se complementaron con mi tímida sonrisa,
y tú sólo reías conmigo.
La dulzura de las cerezas me recuerdan a la de tu mirada;
La pequeñez, a la de tu egolatría;
La textura, a la de tu tez
y la temporada de cosecha, a la que tanto tiempo esperé.
Constanza A. Bunbury.

martes, octubre 17, 2006

Estación del Silencio

Refugio de recuerdos perpetuos, anclados en las almas divagantes.
El silencio es el tren que te llevará a un viaje por parajes jamás vistos, donde te verás envuelto por neblina de deseos ocultos.
El tic tac de un reloj que no avanza, al menos que tu mente lo desee; el tiempo es tu aliado y el pasaje hacia el destino lo compras al valor que desees.
Estación del Silencio: lugar de los muertos en vida, bolsas de mareo emocionales, suicidas imaginarios, cuerdos que se creen locos y de locos que se dicen cuerdos.
Aquí todo está en tus manos, sólo te toca elegir la ruta a seguir, o como diría William Shakespeare: "El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos".

Fin del viaje.




Constanza A. Bunbury.

sábado, octubre 14, 2006

Desconocida


Hola, Que tal
¿Sabes por qué estoy aquí?
¿Sabes o te imaginas acaso?
¿Sabes por qué me he sentado
frente a ti de improviso
y tan descortésmente?
No. No lo sabes,
pues estás dispuesto a retirarte
en este preciso momento,
y con muy buenas razones.
Que bien, he partido bien:
te he dado las primeras razones para no pasarte inadvertida.
Antes que te retires
escucha:
Yo
Seré
tu
dueña.
Sí, tu dueña.
Disculpa que te lo diga así
de esta manera,
pero es que no sé
de diminutas pasiones
o inveloces declaraciones.
¿Te quedó claro?. Que bien.
Si tienes dudas
te las aclaro esta noche
a las veintiuna treinta
en el Café Voltaire.
Adiós.

Adaptación de la versión original del poema de Boris Pincheira Torres; "El desconocido".

martes, octubre 10, 2006

La caravana de los freak's errantes

Solemos demabular por el mundo común sin destino ni final estable, pero somos felices así.
Creemos en la alegría perpetua, ya que para nosotros las tristezas son simplemente tragos amargos antes de saborear deliciosas bolitas de dulce.
Soñamos con utopías magníficas, donde podemos volar y a hablar con los animales.
Vestimos con colores alegres y llevamos narices de payaso, para así alegrar hasta el alma más desolada.
Cantamos con fuerza y nos reímos de nosotros mismos: no hay mejor carcajada que aquella.
Hay días que somos genios intelectuales y otros, funambulistas infantiles sin deseo de saber más que nuestros nombres.
Exhumamos hasta los deseos más profundos, llenando la monótona realidad de aromas y cálidas melodías.
Somos ambulantes en un mundo estático; sonreímos y lloramos con la facilidad del día y la noche.
Nos dicen raros, por que odiamos lo parametrado como normal... somos los caballeros salvadores de las mentalidades aburridas y perdidas.
Dementes en planeta de cuerdos; nuestros ojos ven el cielo púrpura cuando el resto lo ve plomo, y reímos con fuerza cuando el resto llora con dolor.
Amantes de las melodías flotantes de la música, los colores vivos de la pintura, las líneas trazadas por dibujantes, letras que corren en mano de los escritores y poetas, historias irreales hechas verdad por actores y actrices, figuras representadas en bellas esculturas, y así de cada arte que la realidad nos otorga.
¡Hermanos y Hermanas sean bienvenidos a la caravana de los freak's errantes!
Aquí jamás se sentirán solos ni excluídos.
Un mundo mágico dentro de tu mente y realidad ...
¿Te nos quieres unir? ...

Constanza A. Bunbury.

domingo, octubre 08, 2006

Mira Niñita


Mira niñita
te voy a llevar
a ver la luna
brillando en el mar

mira hacia el cielo
y olvida ese lánguido temor
que fue permanente emoción
ay, fue permanente emoción

para la hija de un hombre
con ojos de cristal
y papel sellado en la piel

mira hacia el cielo
y olvida ese lánguido temor
que fue permanente emoción

ay, fue permanente emoción
tu pelito y tus ojos de miel
pero ya en tu pecho florecerán colores de amor

florecerán
tu pelito
la ternura tendrás para ti, para ti
florecerán
la ternura
pero ya en tu pecho florecerán colores de amor.


Los Jaivas

sábado, octubre 07, 2006

Carta desde Macondo

Querido:
Hace ya un tiempo que me fui de tu lado, y recuerdo como si fuera ayer tus palabras de adiós perpetuo. Un día creíamos que esto sería para siempre, pero como te dije una vez "nada es para siempre".
El último día que nos vimos te dije que me iría a un sitio jamás visto por ojos humanos, donde el cielo se hiciera uno con la tierra, donde cada día sintieras como si esuvieras en un lugar diferente.
Creí que nunca encontraría aquello, pero mientras recorría los caminos llenos de cemento urbano, una brisa comenzó a guíar mis pasos, haciéndome recordar aquellas veces en que nos dejábamos llevar por el viento.

No se cómo ni cuándo, pero abrí mis ojos y me encontré en mundo rodeado de aromas místicos, calles de piedras y casas de colores. Me sentí circundada de una atmósfera mágica, sintiendo que mis pies estaban sobre nubes.
Al llegar al río, me senté en grandes piedras volcánicas, que a primera vista me sorprendieron. Decansé largas horas, mientras observaba a mi alrededor este paraíso en tierra.
A lo lejos pude notar a una joven mujer, de belleza sobrenatural y a su lado una anciana de unos cien años de edad, apenas notaron que las observaban, ambas me miraron y sonríeron.
De repente me sentí impulsada a escribirte, a darte a conocer lo que estaba viviendo. Decidí sacar una hoja y un lápiz de mi morral y comencé a expresar mis pensamientos, mis emociones y mis tristezas, cuando de un instante a otro a mi alrededor comenzaron a volar bellas mariposas amarillas que me hicieron revivir mis sentimientos hacia ti.
Desde aquel día las mariposas me siguen y es como si nadie más las notara... y tú cada día te haces más presente en mi mente.
Ahora sólo pido que aquellas mariposas te vuelvan a mí, y que podamos disfrutar de este planeta mitificado, que en algún momento pasado soñamos explorar juntos.


Se despide con todo su cariño.
Tu pequeña Remedios.

Constanza A. Bunbury

miércoles, octubre 04, 2006

Ocho Meses

Marzo:
Discreción... discreción?? a penas llegó a la univeridad empezó a hablarle un tipo que jamás había visto en su vida - y que más tarde se vuelve uno de sus mejores amigos/hermanos. Entra en una sala- junto al hombre anteriormente mencionado- y comienza a reirse con fuerte carcajadas; observa personas desconocidas, y otras que fueron parte de su pasado.
A mediados ya conoce personas en este "nuevo mundo", que tanto había ansiado vivir y que recién comenzaba...

Abril:
Cinco amistades fijas, curso nuevo y asignaturas poco conocidas (algunas).
Cumpleaños, sí, es su cumpleaños y es cuando cumple la mayoría de edad.
Un concierto de rock donde se le extravía su reloj regalado por su madre en una ocasión especial, lástima.
Y conoce a un tipo que es dibujante, bastante simpático ... al parecer el que más ha conocido durante esos meses...

Mayo:
Medriocre, penoso... realmente penoso. Uno de los meses más extensos que ha tenido, lleno de amarguras, creía ser feliz, pero se da cuenta que todo juega en su contra.
Su pasado se vuelve como una avalancha y el presente se lanza en contra...

Junio:
LLuvia, frío y más lluvia... La tristeza se vuelve parte de su ser.
Se comienza a aficionar por la fotografía y la universidad le importa una nada. No quiere ver al dibujante, lo desprecia y lo quiere a la vez... sólo quiere volverse nada...

Julio
Vacaciones invernales.
Desaparece como lo ha hecho durante sus últimos siete años de vida.
Primera temporada de introspección; sólo se dedica a escuchar música y escribir...

Agosto:
Retorno.
Tranquilidad, aguas calmas y aires nuevos... o por lo menos eso cree.
Parte con el pie derecho y se aleja de aquello que le hizo mal; ahora las palabras las cambia por silenciosos gestos.
Aparecen amistades nuevas y mejores.

Septiembre:
Blanco, azul y rojo.
Muy patriota no es, pero es parte de una patria y por ende debe ser parte del ambiente festivo. Los nacionalismos le dan temor.
La fotografía desaparece, se considera mejor intérprete de letras que captadora de imágenes.
El dibujante sigue ahí, un "te hablo" y "te detesto", ya ambos se acostumbran.
Los estudios se hacen más fructíferos.
Las amistades se fortalecen
Ella aún sigue en silencio.

Octubre:
Pequeño circo ambulante en mente, su más grande proyecto y su mayor motivación académica hasta ahora.
La palabra "amistad" a comenzado a utilizarse para todos aquellos con quien se junta. ¿Bueno o malo? no lo sabe, pero se vuelve menos segregacional.
El dibuajnte se vuelve nadie, a pesar de la cercanía por obligación, ha decidido sacarlo de su vida. Se siente mucho mejor, y más aliviada.
Sigue con su convicción de emigrar cuando se reciba de periodista, en tanto continúa con sus escritos, sus amistades, sus estudios y uno que otro interés por alguien...


Constanza A. Bunbury.

martes, octubre 03, 2006

Tan cerca y Tan lejos



Ahí estabas tú y yo aquí, como si el destino hubiera hecho que ese tiempo se volviera nuestro.

Tú no sabías mi nombre y yo apenas el tuyo, pero las sonrisas discretas eran de quienes habían compartido penas y glorias.

Me mantuve en silencio intentando que me notaras por naturalidad y no por presión. Tú sonreíste y continuaste en tu silencio enigmático.

Cada minuto, cada gesto, me envolvía en una plácida nube de melodías de esa música llamada Urgente, la que te calma en momento de desesperación y te cura las heridas de batallas emocionales.

Bajé la vista y me puse de pie cuando noté que hacías lo mismo, una brisa se cruzó entre nuestras miradas. Quedé petrificada al verte tan cercano a mí... no sé cuanto tiempo transcurrió ni quienes nos observaron, pero por un impulsó sentí que debía hablarte; antes que la primera sílaba saliera, retrocedimos, y cada uno siguió su camino...

¿Qué pensarías mientras nos alejábamos?, tal vez nunca lo sabré, pero espero que esos pensamientos sean compartidos, como alguna vez esas miradas lo fueron ...

Constanza A. Bunbury